Razón
Nos rebelamos contra la propaganda anti-racionalista: el pensamiento crítico es nuestra mejor herramienta, y nos libera de las emociones culturalmente inducidas. Somos emocionalmente inteligentes.
La metáfora “pensar con el corazón” ha llegado demasiado lejos.
Hemos hecho tanto uso de ella que se diría que la hemos convertido en una realidad paralela cuya creencia llegamos a rozar. El corazón, símbolo del amor, aparece representado por todas partes, no ya como un simple icono, sino como todo un personaje consciente, activo y autónomo. Nosotrxs, arrastradxs por ese imaginario superdesarrollado, por esos dibujos animados del corazón, extraemos conclusiones que guardan coherencia con la metáfora, y no con la realidad que la metáfora pretende representar parcialmente.