Sexo

El amor ha secuestrado al sexo y nos ha mantenido eróticamente vírgenes.

La sexualidad de fin reproductivo es el verdadero núcleo alrededor del cual se construye la pareja. La filosofía del amor no es más que un sistema ideológico surgido para adaptar a los individuos a esta microestructura que, en sus diversas variantes, ha resultado necesaria para la supervivencia de cualquier sociedad.

El conjunto de placeres facilitadores de la reproducción ha estado siempre inscrito en la estructura socioeconómica de cada sociedad y, como norma general, asociado a la reproducción misma. El capitalismo patriarcal por un lado, y su subproducto, la filosofía amorosa, por otro, inscriben respectivamente su huella en forma de sus dos valores específicos: la propiedad y el afecto. Así, nos llega a nosotros una sexualidad no sólo encorsetada por la amalgama de significados que se han ido estratificando sobre ella, sino convertida, a su vez, en la prisión de todos esos significados; el lugar único en el que a éstos se les concede expresarse en plenitud.

La agamia propone transformar la sexualidad en erotismo mediante la designificación de los contenidos no propiamente eróticos del sexo. Mediante la conversión del signo en significante sin significado. Mediante su abstracción.